Eshú-Elegúa el portador del ashé.
En ocasiones Elegua le ha dicho a Orúnmila
-Mi amigo es quien me respeta y me alimenta,
mientras que mis enemigos son aquellos
que me menosprecian y me matan de hambre;
yo no poseo ni finca ni comercio,
mi finca es el universo entero y mis mercancías son
las criaturas de Oloddumare.
Este pasaje de Ifá nos enseña la importancia de atender a Elegúa oportuna y desmedidamente para ganarnos su amistad. Es a Elegúa a quien presentamos el ebbo  para que lo lleve a los pies de quien lo exige, no obstante si no se le ofrece sacrificio a Elegúa quién es el mensajero, es imposible que el ebbo llegue a los pies de Oloddumare y logremos alcanzar lo que solicitamos.
Cualquier cosa que necesitemos alcanzar exige un sacrificio y el universo exige dicho esfuerzo para poder otorgar lo que cada ser humano necesita. Un sembrador si desea obtener grandes cosechas tendrá que sacrificar su tierra, su espacio, semillas, herramientas y su esfuerzo para obtener los frutos de una buena cosecha, si decide guardar las cosas que tiene a su disposición para la siembra, al final no obtendrá nada y puede que se eche a perder lo que guarda; el sacrificio es un principio de transformación que nos permite alcanzar algo mejor. En el momento en que decidimos ofrecer un sacrificio a los Orishas estamos haciendo una especie de trueque, de manera que, el sacrificio que tenga que realizarse sea lo más armonioso posible con nuestra vida y no cause interrupciones en nuestro plan de evolución, ni genere inarmonías en nuestro entorno familiar, emocional, mental u otros.
Por otro lado, es posible afirmar que en el plan de destino de todos los seres humanos el sacrificio es inexorable, es decir, ningún hombre o mujer pueden pasar la vida sin sacrificar nada, es imposible escapar del sacrificio porque esta es la herramienta que Oloddumare le entrego a los hombres para evolucionar. Ahora bien, la idea de sacrificio en la tradición Yoruba es diferente a la idea cristiana de sacrificio, donde éste se presenta como algo inhumano, injusto y en ocasiones despiadado. Al contrario la idea de sacrificio se muestra como la solución a todos los problemas y como la mejor arma del hombre para alcanzar sus ideales.
Elegúa representa el destino y como todos sabemos, este suele ser en ocasiones caprichoso e imprevisto. Así actúa Elegúa en el Panteón Yoruba, como el niño travieso que nos enseña la vida a través de un sin número de caminos, rutas o posibilidades de ser, en las que el sacrificio juega un papel fundamental para trazar la ruta más cómoda y armónica por la que puedan cruzar hombres y mujeres con buen carácter. La vida es un laberinto y sólo Oloddumare y Elegúa conocen la entrada y la salida, así como los obstáculos y recompensas que se pueden encontrar en los diferentes caminos que el hombre decida tomar. Cuando decidimos sacrificar a Elegúa, estamos activando una fuerza del universo y colocándola a nuestro favor, pues él tiene la potestad de mostrarnos la mejor ruta y de permitirnos ver con claridad cada paso que debemos dar.